Páginas de viaje

Relatos de viajes y sus peculiaridades

17 marzo, 2006

RACO En la provincia de Tucumán, muy cerca de la ciudad capital, a 1100 m de altura se encuentra esta localidad, recostada sobre la sierra de San Javier cuyo origen se remonta al siglo XVIII. Viniendo de la capital el viajero es sorprendido por un jardín insospechado lleno de frescura y verdor y rodeado de minúsculas aldeas que forman como un collar a su alrededor: Anfama, Chasqueville, Las Mesadas, La Ciénaga y Ancajuli. Es una hermosa villa veraniega plácidamente edificada sobre el entorno de cerros que embellecen un costado de San Miguel de Tucumán. Los indígenas llamaban a este valle Raku (redondo) y es donde se cultivan en forma de terrazas que trepan la montaña y se cosechan a mano las mejores hortalizas de Tucumán. También encontramos a 2 km de Raco el monasterio de los monjes benedictinos quienes elaboran exquisitos dulces y jaleas. La cultura y tradición de la región se encuentra íntimamente ligada al uso del caballo por eso todos los años en verano se realiza la Fiesta del Caballo Cerreño donde no sólo se reúnen los mejores exponentes de la zona sino que se arman ferias con venta de comidas , productos típicos y bailes y fiestas populares. Otra fiesta es el Campeonato de Mountain Bike Transmontaña que se hace en agosto y es uno de los más importantes de América del Sur. Los habitantes de la zona opinan que Raco es el mejor lugar del mundo para vivir. Por décadas fue el descanso de las familias que buscaban escapar del intenso calor de la ciudad, pero actualmente es visitada por miles de turistas atraídos por su paisaje agreste y la posibilidad de realizar actividades como golf, mountain bike o turismo de aventura. Entre los recorridos que se recomiendan encontramos la visita a los artesanos del lugar, dar un vistazo a las centenarias casonas de los alrededores y a la estancia original del Potrero de Raco. Pero lo mejor es largarse a caminar por los cerros que rodean la villa y descubrir los miles de paisajes que esconden y llegar al mirador de Raco. Otro programa interesante es ir a las yerras de las estancias y observar la destreza de los gauchos para marcar a hierro vivo. Raco tenía un habitante ilustre, Atahualpa Yupanqui, quien encontró aquí la tierra querida que cantó en una veintena de zambas tucumanas. Sus habitantes le dedicaron un monumento a su memoria en una plazoleta especialmente diseñada. Elisabeth Moroni